Diario de Lollapalooza - Día 1


Mario vive en el DF.  Junto a su familia viajaron a Buenos Aires para festejar el cumpleaños de su madre, en una ciudad, que para ellos, hasta ese momento era desconocida.  Una de las primeras cosas que se enteró al llegar fue que el país que visitaban sería testigo de un acontecimiento muy importante del mundo de la música.  

En cuanto supo eso, se dio cuenta que no se lo quería perder. Compró su ticket (sólo para el día uno, con eso le alcanzaba),  postergó el retorno a México unos dias y se convirtió en un asistente más del Lollapalooza 2014.

Al igual que muchos argentinos, Mario no sabía bien cómo llegar al lugar, cómo volver o cómo manejarse dentro, entre otras incertidumbres.  Pero las redes sociales sirvieron para ayudar a todos los que se encontraban en esa situación.

"Vivo en Mataderos, ¿cómo puedo llegar?".  "¿Alguien que viaje desde zona sur?" .  "Nos encontramos en Plaza Italia, ¿quién se suma?".  "¿Quién viaja desde Rosario?". "Yo quiero sumarme, pero trabajo hasta tarde, denme su WhatsApp y nos encontramos en el hipódromo".

Las redes sociales se llenaron de mensajes de este tipo y así se fueron armando grupos.  Gente que en principio iba a ir sola, ya tenía decenas de acompañantes.  Nadie se quería perder el festival y todos tenían ganas de compartir su alegría.

En las primeras horas de la mañana, el sol no se decidía a mostrarse en todo su esplendor.  Mario salía del hotel céntrico donde se alojaba para encontrarse con Claudio, que prometió ser su compañero y guía en esta aventura.  El subte y el tren los transportarían a otra dimensión.  Ya faltaba poco.

El viaje fue ameno y duró menos de lo esperado ("¿No era que San Isidro quedaba lejos?").  Unas pocas cuadras de caminata, una fila (bastante corta en relación a lo esperado) que avanzaba con fluidez y por fin el ingreso al hipódromo.  Menos caótico de lo que se pensaba podía ser.

Si bien tenían anotado que vería cada uno, al ingresar se hizo imprescindible el recorrido.  El complejo parecía infinito, las carpas se multiplicaban y los escenarios aparecían enormes.  Lentamente el predio se iba llenando y ya la gente calculaba el tiempo entre un escenario y el otro para disfrutar de sus artistas favoritos y no perderse nada.  O perderse lo menos posible cuando los horarios se superponen.

Las primeras recorridas sirvieron para saber cómo moverse dentro del hipódromo y encontrar los puntos de encuentro para eventuales desencuentros, o cuando se iba a ver espectáculos a diferentes escenarios. Una vez efectuado el reconocimiento, llegó el momento del show.  Y el primer plato para Mario y Claudio llegaba desde Las Vegas.  Eran las 15:00 cuando Capital Cities subió al Main Stage 1 e hizo las delicias del público presente.

Para la mayoría, ellos sólo eran los intérpretes de "Safe and Sound".  Otros (los menos) conocían todas las letras.  Pero si algo faltó en el show fue la indiferencia.  Nadie se quedó quieto e incluso los curiosos, que no sabían quiénes eran, inevitablemente se sumaron a la fiesta.  

La comunicación con el público fue fluída.  Ryan Merchant, el flaco alto, en perfecto castellano, invitaba a la gente a aprender un paso nuevo para bailar.  Sin hablar una sola palabra en español, Sebu Simonian, el de barba frondosa, se hacía entender perfectamente.  Un plato demasiado bueno para una tarde en la que mucha gente no había llegado.  Si en los festivales lo mejor se deja para los últimos turnos, Capital Cities fue la excepción.

La recorrida y el show que vieron, habían hecho olvidar que la hora avanzó y no tuvieron tiempo de almorzar.  Como en todo espectáculo que se brinda en Argentina, los precios fueron muy altos.  Más teniendo en cuenta que mucha gente iba a estar 12 horas e iba a necesitar varias comidas y bebidas durante la jornada.

Pese a eso, Mario estaba contento porque faltaba poco para ver al solista de su banda favorita: "The Strokes".  Claudio veía como su compañero cantaba y saltaba al ritmo de las canciones, pero él no entendía nada.  El show de Julian Casablancas era una fiesta para sus fans, pero como no lo entendía, decidió ir acercándose al Main Stage 2.

Minutos después del cierre de Julian el grupo revelación de 2013 se hacía presente en el Lollapalooza.  Imagine Dragons saltaba al escenario.  Dan Reynolds llevaba una bandera que le regaló el club de fans.  La gente ya se preparaba para vivir un gran momento.  Pero Mario no estaba ahí.  Él eligió ver a Lorde (esta superposición fue una de las dos más criticadas del festival).

Si alguien no conocía a Imagine Dragons y estaba en ese momento viéndolos, automáticamente se convirtió en fan de ellos porque brindaron un show vibrante.  No se guardaron nada, se entregaron por completo.  Dan se comunicaba permanentemente con el público, hablando siempre en inglés.  Se supo que estaba enamorado de las mujeres argentinas y, consiguió que la gente participara eufóricamente cuando dijo que quería conocer el famoso pogo argentino.

Pero había más.  Si hubiera existido un encuentro de prensa previo con ellos, le íbamos a preguntar si Dan se iba a tirar al público como había hecho en otras ocasiones.  La respuesta llegó en el espectáculo ya que sin dudarlo saltó las vallas de seguridad para nadar entre manos de fans eufóricos.  Cuando volvió al escenario, le hizo saber a todos los presentes que creía estar un poco embarazado.  

Paralelamente, Lorde hacía delirar a sus fanáticos.  Otra de las revelaciones del 2013 y ganadora de 2 premios Grammys en una misma noche, se sumó a este gran Festival y de esa forma desembarcó en Argentina, donde un nutrido grupo de fans la recibió cálidamente.

"Yo la sigo desde la primera hora, pero ahora que se va a hacer masiva, cualquiera va a cantar sus canciones" le decía un anónimo adolescente a su compañero de aventuras mientras Mario descubría las grandes virtudes musicales de la neocelandesa. "Nadie sabe pronunciar su nombre artístico y menos saben que su nombre real es Ella" agregaba ese mismo adolescente, unos instantes previos a cantar con toda su fuerza "Royals".

Los encuentros entre Mario y Claudio eran esporádicos.  Los escenarios los hacían separar.  Ahora la decisión era Nine Inchs Niles o New Order (sin dudas, la superposición que más reclamos generó entre el público desde que se supo el Line Up).  El mexicano optó por el primero y Claudio, se quedó con los New Order por sus recuerdos ochentosos.

El final de la noche tampoco los iba a encontrar unidos.  Mario sabía que su mayor objetivo en el Lollapalooza era ver a Arcade Fire.  Claudio por otro lado prefería ver al DJ revelación del año que pasó.  Zedd (también ganador de un Grammy) no formaba parte de la lista de artistas cuando se anunció el festival.  Fue agregado posteriormente y generó mucha alegría entre sus seguidores.

Anton Zaslavski, nombre real de Zedd, presentó un set formidable donde insertó sus grandes éxitos con los de otros grandes DJs.  La gente no paró de bailar y muchos ni se daban cuenta que hacía 12 horas que estaban en movimiento.  El clima del Festival era de felicidad total y el cansancio no tenía lugar.

Cuando Arcade Fire dio punto final a su show, fuegos artificiales iluminaron el cielo de San Isidro.  Mario y Claudio se encontraron en el lugar que tenían estipulado.  Mario, feliz por lo que vivió, ya estaba pensando que le quedaban pocas horas en Buenos Aires y que las pensaba disfrutar, aunque difícilmente con tanta intensidad.

Claudio sabía que al día siguiente tendría que estar nuevamente allí.  Ahora empezaba la búsqueda de un transporte público.  Comenzaba la vuelta.  O lo que es lo mismo, la cuenta regresiva para el día 2.

Continuará.

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